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Kuala Lumpur, Malasia

Guía de viaje de Malasia

¿Vas a viajar a Malasia? ¿Y qué esperas del país? Nosotros nos pensábamos que íbamos a un sitio un poco más pijín que la India y Sri Lanka, pero nos encontramos con un país casi de primer nivel. Mezclado con un ambiente de buenas vibras, Malasia nos gustó tanto que podríamos quedarnos a vivir a una temporada y todo... aunque sería una temporada corta.

Pues estas son las bonitas y famosísimas torres Petronas de Kuala Lumpur

La cultura y las personas

Los malayos están muy acostumbrados al turismo, y todo son buenas caras, buenas palabras y buen rollo.

El norte de Malasia es más musulmán que el sur, así que si no te gusta que te despierten los altavoces de las mezquitas con la llamada al rezo, a lo mejor deberías visitar Kuala Lumpur y de ahí, visitar el sur. Aunque te perderás las islas...

La economía y los dineros

La moneda malaya es el ringgit, se sirve mayoritariamente en cómodos billetes, y éstos son muy bonicos. Tienen un tacto plastificado que, sólo por eso, ya merece la pena que vayas a Malasia.

Sobre los ATM's, sin problemas. Sacar dinero del cajero es gratis. ¡Buenas noticias!

En la mayoría de sitios un poco turísticos aceptan tarjeta, y en los que no, es porque será tan barato que te va a dar igual pagar en cash.

Presupuesto

¡Tenemos que hacer los números! Como visitamos Malasia siendo 6, pagamos un montón de cosas a medias, y hacer los números no es fácil... Pero por si no actualizamos esta sección, a dedo te diríamos que nuestro presupuesto rondó los 70€ diarios, yendo a hoteles bastante guapos como mínimo. ¡A los papis se los ha de tratar como se merecen!

Seguridad

¡Bienvenido al sudeste asiático! Más seguro que el barrio más seguro de Barcelona. Todo risas, buenas miradas y mejor trato.

Idioma

Con el inglés, a cualquier parte. El que peor lo lleve, lo chapurreará bastante bien, así que ningún problema.

Transporte

Este punto es el que más nos ha gustado de Malasia. Moverse por Malasia es facilísimo.

Autocar
Por una parte, moverse en autocar es tan fácil como ir a la estación de bus más grande de la zona en la que te encuentres, comprar un ticket para el próximo autocar, y gozar del viaje. Y vas a gozar un montón, porque son los autocares más espaciosos que hemos visto en siete meses viajando, y eso se dice rápido. Te puedes estirar un montón sin molestar al de detrás, y sin que te moleste el de delante. Y así viajamos desde la isla de Penang, en el norte, hasta Kuala Lumpur, la capital, de Kuala Lumpur hasta Malacca, y de Malacca a Mersing. Y tres viajes excepcionales.

Sentaditos en el bus que nos llevó de Malacca a Mersing

Taxi
Conocer Uber, ¿verdad? Pues en Malasia (y Singapur y Tailandia) existe Grab. Es una aplicación al estilo Uber, llena de conductores con coches privados haciendo las veces de taxista. Son súper baratos y, como son malayos, son súper majos. Vet aquí un link a la web de Grab, para que no te equivoques.

Seis en un Grab, compartiendo gastos de precios ridículos. Marca Catalunya.

La comida

Malasia está lleno tanto restaurantes de primer nivel, como comida callejera. Encontrarás lo que quieras, sobretodo en las ciudades turísticas como George Town, Kuala Lumpur o Malacca. Y fue en Malacca dónde celebramos los 30 añitos de Anna, y comimos en un restaurante español! Jamoncito, vinico, y pa amb tomàquet! Per fi!

Volviendo al hilo, son comunes los food courts: zonas llenas de mesas, rodeadas de un montón de puestecitos que ofrecen platos principales a un 10 o 15 ringgits, 2 o 3 euros. Nosotros probamos un montón de sopas, algún pad thai, pinchos de pollo, mango sticky rice...

Cosas que no puedes perderte: la fruta asiática. Toda una experiencia. Nosotros probamos tres frutas raras: el rambutan, el mangosteen y el durian. Para que te imagines por dónde van los tiros, los dos últimos están prohibidos en los hoteles. El mangosteen porque mancha de color granate, y el durian porque huele a cloaca a 30 metros. Y sabe a toilet.


El agua

Aunque muchas veces te sirvan una jarra de agua fría, como buen viajero, pide siempre agua embotellada. Te encontrarás con la sorpresa de que no sabe a agua mineral, y es que no lo es... normalmente, las botellas serán de lo que llaman drinking water, es decir, agua filtrada que a veces sabe a rayos pero que es segura.

Sanidad

En George Town, Penang, tuvimos que visitar el médico porque a Anna le dolía un oído, y flipamos. Nos dió un poco de verguenza creer que nuestro país es de primer nivel... aquí, el hospital parecía un centro comercial. Farmacias enormes en cada planta, cafetería en cada planta... las plantas unidas por escaleras mecánicas... el hospital parecía como de ciencia ficción. Como sería el hospital en una serie de Netflix. Y por supuesto, todo el equipo hablando inglés. ¿Igualito que en casa, eh?

Anna de visita al super hospital Gleneagles de George Town

Internet

Tal como llegamos al aeropuerto de Penang, compramos una SIM que nos ofrecía 25 gigas de conexión por unos 15€. Es un poco raro, porque dividen esos 25 gigas en 5 para Whatsapp, 10 para Instagram, y 10 para el resto. Pero bueno, intentamos no darle mucha caña, y ya. Como todas las compañías telefónicas del aeropuerto tenían sus ofertas mal escritas en un papel, creemos que las ofertas deben cambiar muchísimo. Así que haz como nosotros: una vez en el aeropuerto, mira los precios de todas las empresas, y elige.

Sobre internet en los hoteles, bastante mal. A parte de el primer hotel al que fuimos, el resto tuvo muy mala conexión. Como mucho, nos encontramos con alguna conexión mediocre... pero no confies tu vida a ello. ¡De cabeza a por una SIM!

Visados

¡Gratis! ¡Baja del avión, di hola en inmigración, y ya está! Por cierto, nosotros hizimos hora y media de cola... d'oh!

La ruta

Cuando la escribamos, ¡la añadimos aquí! Que es un chorro muy largo...

¿Volveríamos?

A lo mejor sí. Como fuimos un grupo de seis, viajamos con el culo un poco más pesado, y en vez de vivir la naturaleza, nos decantamos por centros urbanos. Así que nos falta visitar la verdura malaya... aunque como al acabar el viaje aún no habremos ido a Myanmar o Laos, si queremos verde, iríamos ahí y pasaríamos de Malasia. Pero bueno, que recomendamos Malasia un montón. Y además, ¡es taaan fácil...!

George Town, Penang, Malasia

No contrates el seguro médico del RACC

Qué palo tener que hablar tan mal de una empresa tan enorme como el RACC...

Contratemos un seguro por si las moscas: La ideaca que tuvimos el 20 de diciembre del 2017 👏

Ya con los billetes hacia Cape Town en la mano, decidimos ir a hacernos un par de seguros médicos internacionales, por aquello de "y si pasa algo", y sobretodo, para que nuestra familia estuviera más tranquila. Ya sabéis, que tus niños se vayan a dar la vuelta al mundo "no es como si se van a Badalona", y qué hay más bonito que un padre durmiendo como un bebé mientras tú estás en la otra parte del mundo negociando el precio del tuktuk con un señor que come bettel nuts por la mañana y mastica khat por la tarde.

Tras ir a una oficina del RACC, nos convencieron de que contratáramos el seguro más completo que ofrecen: seguro anual renovable y con cobertura mundial: 1.031 euritos de nada. Un precio a la par con las espectativas que nos crearon: altas, muy altas. "Estamos contratando a los mejores", pensamos, incrédulos. En la oficina nos prometieron que si pasaba algo urgente, que fuéramos a un médico y que pasáramos factura para que nos devolvieran el gasto, mientras que si teníamos algo menos urgente, que mandáramos un email y que nos dirían a qué hospital ir.

Pues bien, ha sido un fracaso. Para nada del mundo os recomendamos que contratéis un seguro de viaje, y aún menos, el del RACC. Antes, cortaros una pierna, saltad desde un séptimo piso o algo así.

Un detalle divertido: hemos empezado a escribir este post mientras hablábamos por teléfono con el RACC para que nos dijeran a qué hospital ir. Ahora estamos esperando a que haya un médico libre para que nos llame y nos diga que si a Anna le duele la oreja es mejor que vaya al hospital. Y seguramente terminaré de escribir este post y aún estaremos esperando la llamada del RACC. Son la 1:42 de la madrugada en George Town, Malasia, y aquí estamos, esperando una llamada.

Bueno... os comentamos qué tal ha ido cada vez que hemos necesitado la ayuda del RACC, historia a historia. Empezamos por Malasia, seguimos con Etiopía, y cerramos con India. Lo vamos a intentar resumir, pero ya de entrada, os pedimos perdón por la turra.

George Town, Malasia: ¿otitis?

5 de julio del 2018

Esta es la historia más triste hasta la fecha. A Anna le duele mucho, mucho mucho mucho, el oído. Los últimos tres días en Sri Lanka nos los hemos pasado en remojo, cuando no en el mar, en la piscina del hotel. A Anna le ha empezado a doler mucho un oído, y dice Internet que puede ser otitis... pero como el rollo Yahoo Respuestas no nos va, decidimos escribir al RACC para que nos digan a qué hospital ir.

Nos comentan que nos tienen que llamar. Mala suerte, porque Pepephone dió de baja nuestras SIM porque han cambiado de operador intermedio y otras historias técnicas, y no tenemos un teléfono al que llamarnos. Les comentamos que nos llamen por Whatsapp, Telegram o Skype, y nos dicen que no, porque el protocolo del RACC exige que sea una llamada tradicional de las de los años 90.

Como Anna se moría de dolor, no teníamos teléfono y la cosa pintaba muy bloqueada, le pedimos a mi padre que fuera a una oficina del RACC a pedirles en persona que por favor, nos dijeran a qué hospital ir. Una vez ahí, mi padre me llamó por Whatsapp y hablé con el comercial de la oficina. Me dijo lo mismo que nos dijeron sus compañeros por email: que teníamos que hacer una llamada normal, telefónica. Estaba hablando con él, por teléfono, pero fuera del protocolo: ¡qué locos!

Al final, llegamos a la conclusión de que el RACC llamara a la recepción de nuestro hotel, que por suerte no era un móvil de alguien como sucede en algunas guesthouse cutres o albergues a los que vamos, y nos pudieron pasar la llamada a la habitación. Desde que mandamos el primer email hasta que nos llamaron pasaron unas tres horas. Tras todo esto, el RACC por fin habló con Anna.

Y le dijo que en esos momentos no había médicos disponibles, y que ya llamarían más tarde. ¡Enorme!

Al final, no nos llamó ningún médico, sinó el comercial con el que ya había hablado anteriormente por llamada de Whatsapp. Le soltamos una bronca a la altura de la indignación que llevábamos encima, nos colgó, y terminó llegando un email con las instrucciones a seguir para, por fin, poder visitar al médico.

Por suerte, la aventura terminó bien. Al día siguiente, en el hospital de George Town, nos atendió un médico. La gestión, al final, no fue con el RACC, sinó con una empresa de seguros asiática. ¿Será la razón por la que fue tan bien? Quién sabe.

Lalibela, Etiopía: ¿malaria?

4 de mayo del 2018

Este hilo ha crecido tanto, que le hemos dedicado un post a parte. El resumen: fuimos a médico en Lalibela para que le hicieran el test de la malaria a Roc. El recibo fue un papel. Tuvimos que pagar 21€. 5 meses más tarde, aún nos estamos intercambiando emails con el RACC para que nos abonen esos 21€ que avanzamos. El detalle, en este post.

Varanasi, India: más fiebre

9 de junio del 2018

Esta historia es más feliz. Como lo de ir al médico y pasar el recibo luego fue mala idea en Etiopía, esta vez no nos la jugamos y en vez de ir al hospital, mandamos un email al RACC explicando que Roc hacía dos días que tenía fiebre, que queremos ir al hospital, y les mandamos el número de póliza para agilizarlo todo, que no tengan que buscar "Roc Boronat" en el sistema. Nos contestan, diciéndonos que necesitan el DNI. Estamos en 2018, con móviles con más fuerza de cálculo que ordenadores que antes ocupaban una habitación entera, pero el RACC no puede encontrar mi DNI teniendo mi nombre y apellidos y mi número de póliza.

Al final, al día siguiente, volamos a Kerala, y la fiebre no nos siguió. El tema quedó abierto, yo me curé mágicamente, y alegría. En resumen, otro día que RACC pone pegas para ayudarnos, a ver si el chico se cura solo y no hace falta soltar un duro.

Conclusión

Si eres de los que cuando se encuentran mal no tienen ganas de pelearse, no te hagas del RACC. Si eres de los que sí que tiene ganas pero le da miedo tener que soltar una pasta, tampoco te hagas del RACC, y en general, de ningún seguro médico. Si no estás en Estados Unidos, una visita al hospital no vale lo que vale el seguro, así que es un mal negocio, y de momento, podemos decir que aunque pasen los meses, al RACC le cuesta muchísimo pagar nuestros costes médicos, aunque sean 21 tristes euros.

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